Usted fue siempre así, tan temperamental. Usted me ha dicho tantas cosas que jamás podré olvidar. Usted me hizo a mi pensar. Aunque sea tarde ya lo sé, le agradezco que haya sido todo lo que fue. Porque usted me hizo enfrentar con lo peor de mi, y en mi lado más oscuro me descubrí. No olvide que lo espero, no espere que lo olvide. Si por usted me muero, me muero cuando ríe, corazón. No olvide que lo quiero, no quiera que lo olvide. Si cada vez que puedo, me pierdo en el sonido de tu voz. Porque algo en mi cambió, porque algo en mi sembró. Porque usted ha domado lo que nadie en mi domó. Pero no quiero yo jurar, no quiero prometer. Sólo míreme a los ojos y averigüe si cambié. Yo no lo quiero convencer, ni lo quiero impresionar. Sólo présteme una tarde y le regalo mi verdad. [...] Porque a partir de hoy, no es el mismo corazón.
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