viernes, 28 de diciembre de 2012

Quiero que se termine este 2012 ya mismo, me trajo demasiadas frustraciones.
Lo único que me consuela y que me hace querer retenerlo sólo unos días más, es saber que el 31 de Diciembre festejamos (porque siempre hay mil y un razones para festejar), y el festejo involucra a toda mi familia, y cuando estoy con ella sé que no puedo pedir nada más. 
Mis primos, no sé qué sería sin ellos, quizá a algunos los vea más y a otros menos, pero cuando los veo se me llena el alma, me llenan de paz. Mi abuela, verla y abrazarla, mirarla a los ojos y decirle que la quiero, recordárselo cada día, sé que eso es lo que ella más quiere, y si la veo sonreír no puedo evitar sonreír yo también. Mis papás, sino fuese por ellos yo no estaría acá, y no me refiero a toda la historia de la concepción, el nacimiento y  blablabla, me refiero a que son mi mundo, son las manos que me sostienen y que me ayudan a caminar mirando siempre hacia adelante con la frente en alto, levantándome si caigo y enseñándome cosas nuevas cada día que pasa. Mis hermanas, uf, podría pasarme la vida entera hablando de ellas, para bien o para mal tenemos nuestras peleas (como en toda familia), pero para ser sincera vivir con ellas es lo más lindo que hay, aun teniendo diferencias jamás pediría ser hija única, la amistad de un hermano es la amistad más pura que existe. Mis tíos y tías, le aportan a mi vida la alegría que uno necesita, verlos bailar en cada fiesta me demuestra que la vida es una sola, y que si nosotros no le bailamos a la vida ésta nos baila a nosotros. Y después la familia más lejana, esa familia que no pasa el día a día con uno pero que siempre está presente en las reuniones familiares, desde los más grandes hasta los más chiquitos con su dulce inocencia, con sus charlas de niños queriendo ser adultos y sus bailes que te dan ganas de volver a la infancia en un abrir y cerrar de ojos, aunque sea por unos cinco minutos. Mi novio, que en tan poco tiempo se volvió parte de mi familia, el que sabe hacerme sonreír con sólo una mirada.


lunes, 19 de noviembre de 2012

Aunque no queramos, y a veces hasta en contra de nuestra voluntad, crecemos. Nos cambia el cuerpo, nos crece el pelo y las uñas, nuestra mentalidad a medida que pasan los años ya no es la misma. Todos crecemos y cambiamos acorde al entorno en el que vivimos y a nuestros semejantes. Formamos ideas y tenemos convicciones, y todo esto acompañado de responsabilidades mayores y obligaciones, junto con derechos y libertades. Crecer no se trata de cambiar de edad todos los años en una misma fecha, se trata de saber tomar decisiones, de tener ideologías, de entender que ya no vamos a ser los mismos nenes caprichosos que alguna vez hace varios años fuimos. 
Últimamente crecer me cuesta, me cuesta entender que todos crecemos, que todos cambiamos, que la secundaria terminó, y daría muchas cosas por volver unos meses atrás. Tengo una revolución constante en mi interior que no deja de golpearme la cabeza y darme cuerda. Me gusta crecer, siempre me gustó, pero esta vez me siento sola en el camino a recorrer y me duele, me duele que los demás cambien como no me lo esperaba, que las personas en las que más confianza tengo me decepcionen.
Quiero trabajar, todos los días me despierto con la esperanza de que me llamen en cualquier momento diciendo que me tomaron de X lugar y saber que haber enviado tantos currículum y haber llenado tantos formularios valió la pena. Quiero empezar la facultad y estudiar lo que me gusta, quiero poder pagar la matrícula y que sea Marzo ya, volver a los diseños y al uso de la imaginación para la carrera que tanto me enamora todos los días. 
Sí, me siento sola, sola de la gente que yo creía tener al lado, y no hay excusa que me sirva de consuelo, para mí las relaciones más importantes y duraderas se basan en estar incondicionalmente el uno para el otro. Y esta vez siento que ya no es lo mismo y que no lo va a volver a ser. Para mí los pequeños actos hacen la gran diferencia, y esta vez ni siquiera eso hay. Será cuestión de entender que no cambia sólo uno, sino todos, y que ya no manejamos los mismo tiempos ni las mismas prioridades. Yo no voy a dejar de ser la misma de siempre, la amiga, la hermana, la hija, la novia, la nieta, la prima incondicional que siempre fui, porque para mí sin todas esas personas no soy nada, gracias a ellos vivo y les debo lo que soy. 
En fin, feliz cumpleaños para mí, con o sin esas personas que me rodean. Y feliz de saber que todavía tengo personas que me quieren como soy.

viernes, 14 de septiembre de 2012

A veces pienso y me pregunto si realmente en este país queremos todos lo mismo. Toda la gente luchando por defender sus derechos y la mayoría se olvida del prójimo. ¿Acaso no buscamos vivir todos en democracia? ¿Con libertad de expresión y leyes que cumplir? Pareciera que no hay puntos intermedios, que acá todo es blanco o negro, k o anti-k, macrista o antimacrista. Nunca hay grises, nunca escucho que nadie diga que quiere a su país y que lo que defiende por sobre muchas cosas, todo el mundo defendiendo sus intereses. Marchas por esto o por aquello, no es que me parezca mal, todo lo contrario, justamente eso te permite una democracia, expresarte libremente, ¿entonces por qué cierta cantidad de personas no dejan de decir que estamos en plena dictadura? Tuve la suerte de no existir siquiera cuando Argentina sufrió el golpe de estado y se asesinaron a miles y miles de personas inocentes y cada vez que este recuerdo viene a mi memoria ruego porque esto no vuelva a suceder, ni acá ni en ningún lado. 
Seamos argentinos y defendamos nuestros derechos sin la necesidad de insultar siempre al otro, siempre echándole la culpa a los demás o tirando mala onda, ¿no es mejor buscar una solución que nos beneficie a todos? Nadie dijo que sea fácil tampoco. No soy súper fanática de la política pero me da la sensación de que muchos hablan por hablar y poco saben en realidad (por eso no me meto en temas internos de cada partido, porque poco sé), dejemos de ser partidarios de acá o de allá y luchemos por vivir bien sin olvidarnos de respetar a los demás y el suelo que pisamos día a día. Yo quiero a mi país, y los demás... ¿sentirán lo mismo?

jueves, 23 de agosto de 2012

¿Qué me pasa?
¿Qué es lo que estoy buscando? 
¿Qué quiero encontrar? 
¿Estoy buscando algo? 
¿Qué es lo que realmente quiero?
Entre muchas otras cosas no estoy segura de estar estudiando ahora lo que realmente me gusta. O sea sí, me encanta la arquitectura, el diseño de edificios, de casas, ect, etc, etc. Pero a la vez siento que este no es el momento para sentarme a estudiar esto, no le pongo el entusiasmo que debería, me siento forzada a hacer los trabajos que piden en la facultad y no los hago porque realmente quiero, sino por una cuestión de "deber". Tampoco es que no quiero estudiar, al contrario, pero siento que podría ponerle más ganas a un tipo de carrera más téorica, como si el hecho de haber hecho tantos años lo mismo me hubiese agotado, cansado, asfixiado. De todas formas sé que hasta no terminar de cursar este año el cbc no voy a tomar una decisión apresurada.

lunes, 20 de agosto de 2012

Qué extraño me resulta sentarme frente al monitor de la computadora y posar los dedos de mis manos en el teclado para volver a escribir un par de palabras en un blog abandonado. Quién dice que de ahora en más todos los días subo entradas nuevas y quizá hasta alguien quiera leerlas. Hace varias semanas que vengo pensando y repensando la idea de volver a volcarme en la escritura, liberar mis pensamientos en una página virtual sólo para descargar tensiones, para sentirme más liviana (al estilo casancrem light como solía decir antes), para sentir que le hablo al mundo sin necesidad de que el mundo me conteste. Tengo demasiadas cosas en mente, demasiadas situaciones que no me incumben y de repente acá están, en mi cabeza, cómo, porqué, desde cuándo, son preguntas que no sé responder, pero al fin y al cabo están, quizá no deban, quizá sí, y qué importa si de todas formas ya es así. Lo más triste es que me dan ganas de escribir cuando ya estoy en la cama, acostada con intención de cerrar los ojos y esperar a abrirlos al día siguiente, y es ahí, en ese momento, cuando empiezo a pensar, a recordar, a elaborar conclusiones, preguntas y respuestas, a entender algunas inquietudes y a generar unas cuantas dudas; es en ese mismo momento cuando me surge la necesidad de volcar todo eso que siento, en letras, en palabras que formen frases con sentido, en cortos o largos textos, en historias con o sin final. Y claramente, no tengo un cuaderno encima, un lápiz o una computadora como para de repente sentarme en la cama o ponerme en alguna posición cómoda como para empezar a escribir (y tampoco soy tan afortunada de tener una computadora portátil para escribir desde la comodidad de la cama).
En síntesis, resurgieron en mí esas ganas de usar el blog, no sé si tanto como hace unos años o tan poco como hace unos meses, lo voy a usar, mucho o poco no lo sé, pero acá estoy, otra vez (como a Calamaro le gusta decir: nos volveremos a ver, porque siempre hay un regreso).

viernes, 25 de noviembre de 2011

Gracias por tanto
Te amo

lunes, 14 de noviembre de 2011

No sé cómo explicar lo feliz que me siento. 
Se desgasta la sonrisa? Porque si sigo así...

domingo, 13 de noviembre de 2011

Si la palabra 'felicidad' fuese una especie de rompecabezas entonces podría decir con total veracidad que mi rompecabezas está formado por muchas piezas que encastran de forma perfecta. 

jueves, 10 de noviembre de 2011

Creo que no voy a ir al colegio, me duele la panza y Fassio no me incentiva a no perder las pocas faltas que me quedan para usar. Listo, acabo de decidir que mi dolor de panza y la profesora de Cómputos y Presupuestos no se llevan bien, por ende me levanté temprano sólo para desayunar y en un rato me voy a la cama de nuevo, hasta el mediodía. 
Últimamente estoy muy feliz, hace una semana que estoy de novia después de tres años de estar soltera (léase soltera y no sola). Mi buen humor este último tiempo es muy notorio, me dan ganas de bailar y cantar en cualquier momento, al punto de parecer que tengo una sobredosis de hiperactividad. Pero hay algo que me está carcomiendo la cabeza y no puedo dejar de pensar en motivos y miles de porqué. Hasta hace un par de meses Ale era mi mejor amigo, me contaba absolutamente todo, hasta cosas que quizá no debería contarme ya sea porque son secretos o porque forman parte de su intimidad; de repente no me habla, apenas me saluda y si me manda un mensaje o acude a mí es por una pregunta sobre el colegio o asistencia a X lugar. Siento que me ignora, que hice algo mal (no sé qué) y que por eso ya no me dirige la palabra. Más de una persona me dijo que eran celos, pero sigo sin ver las razones para que ese fuese el motivo. Soy de las personas que pone la amistad ante un 95% de las cosas. Siempre estoy dispuesta para ayudar y hacerle compañía a los demás, en cualquier situación, y estoy segura de que todos mis amigos pueden afirmar que eso es cierto. No me sale decirle que no a alguien cuando sé que puedo hacerlo, aunque esto después me quite tiempo a mí para hacer mis cosas. Desde hacer la mayor parte de un trabajo que es grupal, hasta acompañar a alguien a determinada localidad sólo porque quiere compañía, aunque después tenga que volverme sola a mi casa en una hora de viaje en colectivo; desde quedarme despierta escuchando a alguien aunque al día siguiente tenga que levantarme muy temprano y eso implique dormir pocas horas, hasta salir en una murga bailando con sombrilla (que es algo que definitivamente sólo hice porque quiero mucho a esa persona y daría cualquier cosa por verla sonreír, claramente no lo hice por gusto personal). Ejemplos tengo más de uno pero la idea no es victimizarme, sólo necesito que a veces alguien se ponga en mi lugar cuando digo 'basta, hoy es un día en que quiero tomarme tiempo para hacer mis cosas' y que nadie me reproche; eso, eso es lo que me molesta, que me reprochen cuando tomo el 5% restante de las situaciones para pensar un poco en mí. Nada de lo que hago es con el fin de 'doy para recibir', por el contrario si bien me gusta recibir algo de lo que doy, la intención sólo es ayudar al otro por placer, porque ver feliz a alguien que quiero me llena el alma. Entonces vuelvo a aquello que me angustia (e intenta opacar la felicidad que siento últimamente), porqué Ale dejó de hablarme, porqué me ignora y ya no confía en mí para contarme sus cosas, porqué ya no me saluda con un abrazo o me manda un mensaje que dice 'mañana hacés algo? vamos a Starbucks? :)'. Extraño eso, no sé dónde quedó, no sé en qué momento dejó de suceder, y menos que menos los porqué. Estoy segura de que no hice algo malo, pero supongo que sí tiene que haber algo que le haya molestado para que de repente de ser su mejor amiga pasé a ser una simple compañera de curso. Y me molesta, sí. Me enoja, me embronca y me carcome la cabeza, pero por sobretodo eso, me entristece, mucho.