lunes, 19 de noviembre de 2012

Aunque no queramos, y a veces hasta en contra de nuestra voluntad, crecemos. Nos cambia el cuerpo, nos crece el pelo y las uñas, nuestra mentalidad a medida que pasan los años ya no es la misma. Todos crecemos y cambiamos acorde al entorno en el que vivimos y a nuestros semejantes. Formamos ideas y tenemos convicciones, y todo esto acompañado de responsabilidades mayores y obligaciones, junto con derechos y libertades. Crecer no se trata de cambiar de edad todos los años en una misma fecha, se trata de saber tomar decisiones, de tener ideologías, de entender que ya no vamos a ser los mismos nenes caprichosos que alguna vez hace varios años fuimos. 
Últimamente crecer me cuesta, me cuesta entender que todos crecemos, que todos cambiamos, que la secundaria terminó, y daría muchas cosas por volver unos meses atrás. Tengo una revolución constante en mi interior que no deja de golpearme la cabeza y darme cuerda. Me gusta crecer, siempre me gustó, pero esta vez me siento sola en el camino a recorrer y me duele, me duele que los demás cambien como no me lo esperaba, que las personas en las que más confianza tengo me decepcionen.
Quiero trabajar, todos los días me despierto con la esperanza de que me llamen en cualquier momento diciendo que me tomaron de X lugar y saber que haber enviado tantos currículum y haber llenado tantos formularios valió la pena. Quiero empezar la facultad y estudiar lo que me gusta, quiero poder pagar la matrícula y que sea Marzo ya, volver a los diseños y al uso de la imaginación para la carrera que tanto me enamora todos los días. 
Sí, me siento sola, sola de la gente que yo creía tener al lado, y no hay excusa que me sirva de consuelo, para mí las relaciones más importantes y duraderas se basan en estar incondicionalmente el uno para el otro. Y esta vez siento que ya no es lo mismo y que no lo va a volver a ser. Para mí los pequeños actos hacen la gran diferencia, y esta vez ni siquiera eso hay. Será cuestión de entender que no cambia sólo uno, sino todos, y que ya no manejamos los mismo tiempos ni las mismas prioridades. Yo no voy a dejar de ser la misma de siempre, la amiga, la hermana, la hija, la novia, la nieta, la prima incondicional que siempre fui, porque para mí sin todas esas personas no soy nada, gracias a ellos vivo y les debo lo que soy. 
En fin, feliz cumpleaños para mí, con o sin esas personas que me rodean. Y feliz de saber que todavía tengo personas que me quieren como soy.

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